Extraños en un tren – Patricia Highsmith

Título Extraños en un tren

Autor Patricia Highsmith

Editorial Anagrama

Año 1988

Páginas 282


«Cualquier persona es capaz de asesinar. Es puramente cuestión de circunstancias, sin que tenga absolutamente nada que ver con el temperamento. La gente llega hasta un límite determinado… y sólo hace falta algo, cualquier insignificancia, que les empuje a dar el salto. Cualquier persona.»

Un clásico de la novela de intriga, una de las primeras novelas de la autora, publicada por primera vez en Estados Unidos en 1950 y adaptada a la gran pantalla tan solo un año después. Cualquier sinopsis de Extraños en un tren le contará al lector que se trata de un crimen perfecto, dos totales desconocidos se encuentran en un tren y uno de ellos le propone a otro un plan infalible, cada uno se encargará de asesinar a la persona a la que otro quiere ver muerto, sin móviles, mientras el otro está fuera de la ciudad. Sin duda este es el punto de partida, pero la señorita Highsmith no se queda en un simple asesinato, sino que lo utiliza como excusa para hacer una profunda reflexión sobre la moral, sobre el ser humano y sobre los instintos más básicos de cada hombre.

La autora nos presenta a dos personajes totalmente antagónicos, hace un retrato del bien y del mal, de lo moral y de lo inmoral, sobre los instintos, el dejarse llevar y sobre el actuar cómo los demás esperan, y la reflexión final es que estos polos opuestos, así como ambos personajes,  están mucho más cercanos de lo que cualquiera pudiera imaginar, el mensaje es claro al final de la novela, que introduce al lector directamente en la piel del personaje principal.

Nos encontramos con capítulos no muy largos y con diferentes narradores, principalmente los dos protagonistas pero también algunos narrados desde el punto de vista de personajes más secundarios. En cuanto al estilo, la novelista no se pierde en largas descripciones si no es estrictamente necesario para la trama, el punto fuerte son sin duda los diálogos, claros y concisos pero no por ello carentes de simbolismo, y es en esos diálogos más que en las acciones o en las descripciones donde se deja ver la forma de ser de cada personaje. No consta de muchos personajes, sin embargo todos están perfectamente definidos y es fácil entender su carácter por pocas que sean las pinceladas que se dan sobre ellos. Los hechos suceden rápidamente, sin que dé tiempo a que la novela decaiga en ningún momento, y aportándole a la novela muchas veces un ritmo un tanto frenético.

En definitiva, se la recomendaría a cualquiera, con un estilo muy propio, es una novela que atrapa y no deja en ningún momento de sorprender, hasta el segundo final, fácil de leer y adictiva, es poco probable que deje a nadie indiferente.

Por Lorena Martínez Fernández